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Es una noche de luna llena, no se ve ni una sola nube en el cielo y las calles están casi vacías. Mei camina apresuradamente hacia la plaza, quedó en verse ahí con Touko a las 10:00pm y solo faltan dos minutos para la hora del encuentro. Mei corre el tramo que falta y finalmente llega a la plaza, mira de un lado al otro en busca de Touko y finalmente la ve sentada en una banca junto a una de las muchas piletas que adornan el lugar, su compañera se percata de su presencia y sus miradas se cruzan. Mei camina hacia la banca, sin poder evitar sonrojarse poco a poco conforme se va acercando. Las coloridas luces de las piletas hacen que el rostro de Touko tenga ligeros cambios de tonalidad y Mei la veía más hermosa que nunca. Ambas se sonríen y se sientan juntas en la banca, al inicio Mei no sabe cómo iniciar la conversación, por lo que mira al suelo con la cara roja como un tomate, mientras que Touko la mira de reojo.

Pasan los minutos en silencio, así que Touko decide iniciar la conversación, ambas empiezan a hablar de sus batallas, de los nuevos rivales, nuevos compañeros y, pasada una hora, Mei nuevamente se quedó sin saber qué decir. Pero no se debe a que no sepa entablar una buena conversación, ella está muy nerviosa, quiere declararle su amor a Touko y no sabe cómo empezar, tiene miedo de decir algo tonto o de perder su amistad para siempre. Touko está un poco preocupada por el extraño comportamiento de su amiga y pone la mano en su hombro en señal de que todo está bien (una manera de tranquilizarla). Cuando Mei siente la cálida mano de su amiga sobre su hombro, el valor se apodera de ella, la mira a los ojos con una actitud muy decidida y cuando abre la boca para lanzar su confesión….Touko coloca el dedo índice en sus labios, los acaricia muy suavemente, le sonríe y le confiesa que ya conoce sus sentimientos y que ella siente lo mismo. Mei no lo puede creer, se pierde por unos segundos en sus pensamientos y, al volver a la realidad, la felicidad la invade y se lanza sobre su amiga, sus labios tocan los suyos, los labios de ambas se acarician entre sí y poco a poco sus lenguas empiezan a moverse desenfrenadamente entre sus bocas. Sus manos acarician el cuerpo de la otra y poco a poco las caricias se convierten en manoseos.
Touko aparta un poco a Mei, quien cree que se le pasó la mano y eso ofendió a su amiga, pero Touko le sonríe y le dice que su casa se encuentra a unas cuantas calles, se pone de pié y jala a Mei, llevándola hacia una espectacular noche.

La casa de Touko es muy acogedora, ella vive sola con sus pokémon y no es de las personas que reciben visitas muy seguido, debido a sus continuos viajes. Touko y Mei suben las escaleras y entran a la habitación, la cual está decorada con peluches y fotos pegadas en la parded, fotos de Mei. La muchacha se sonroja un poco y Touko la tranquiliza con otro apasionado beso, luego se sienta en la cama y da ligeros golpecitos en el colchón, indicándole a Mei que también se siente. Sus labios entran en contacto otra vez y sus manos recorren los cuerpos de la otra, se acarician apasionadamente mientras sus lenguas luchan por entrar en la otra boca. Mei siempre sintió atracción por la parte inferior de Touko, sus redondos glúteos y sus bien formadas piernas la volvían loca y ahora por fin puede acariciarlos. Mei masajea los glúteos y acaricia las piernas de Touko, haciéndola gemir suavemente. Al mismo tiempo, Touko agarra con fuerza las tetas de Mei, las cuales siempre le han gustado, pellizca sus pezones y los estimula formando círculos con sus dedos, haciendo que Mei también gima y ambas se besan aún más apasionadamente. El beso termina cuando Touko muerde suavemente el labio inferior de Mei y , sin dejar de mirarla, se quita la ropa lentamente. Mei hace lo mismo, sus tetas rebotan un poco cuando se quita el sostén y Touko las sujeta, acariciándolas, luego se inclina hacia su amante y las besa con ternura, las lame lentamente y se detiene cuando llega a uno de sus pezones, lo succiona con delicadeza pero chupa cada vez más fuerte. La intensidad de las succiones van a la par con los gemidos de Mei, su vagina se humedece rápidamente. Cambia de pezón y repite el mismo acto, las enormes tetas de Mei son un manjar para ella, sus pezones están duros, lo que le permite morderlos un poco. Mei no se queda atrás y mete su mano derecha entre los glúteos de Touko, los separa con sus dedos, le da suaves nalgadas, las cuales se van haciendo cada vez más fuertes. Touko también se humedece y ambas luchan por no correrse tan rápido, Touko chupa y muerde los pezones de Mei con más fuerza, mientras que ella vuelve a separar sus glúteos con los dedos de la mano derecha, metiendo los de la mano izquierda en su ano. Touko lanza un gran gemido y eso le dice a Mei que encontró su zona más sensible, mete y saca sus dedos a gran velocidad y Touko deja de besarla para poder gritar lo más fuerte que puede. Mei le da nalgadas mientras le penetra el ano con los dedos y aumenta el ritmo hasta que Touko se corre, le tiemblan las piernas y se muerde el labio. Mei saca los dedos de su ano y los introduce en su vagina, mientras que Touko le besa el cuello y los hombros. Las manos de Touko recorren las tetas de Mei y las amasan con fuerza, apenas le caben en la mano. En el fondo, Touko siente envidia por las gigantescas tetas de su amiga. Mei mueve los dedos dentro de la vagina de Touko y, con la otra mano, mete los dedos en su ano, sacándolos de vez en cuando para palpar sus glúteos y sus muslos. Mei siente mucha envidia por el apetitoso culo de Touko. 


 Sienten envidia por los atributos de la otra, pero ambas se aman con locura, sus besos se hacen más intensos, cada vez se abrazan más fuerte y el espacio entre ellas se acorta hasta el punto en que pueden rozar sus vaginas. Frotan sus cuerpos y sus entrepiernas se humedecen tanto que salpican sus jugos y en el cuarto retumban los choques de sus vaginas. Se mueven más y más rápido, y finalmente se corren al mismo tiempo. Touko suelta a su amante y abre el cajón de su mesita de noche, saca un enorme consolador con glandes en ambos extremos. Mei lo observa asombrada, nunca había visto uno tan grande, si siquiera cuando sus pokémon estaban en celo. Touko chupa uno de los extremos y con un gesto, le pide a Mei que haga lo mismo por el otro lado. Las dos entrenadoras meten el enorme consolador en sus bocas lentamente, hasta que los glandes rozan sus gargantas y sus labios entran en contacto. Sus miradas expresan intenso amor y una gran lujuria, Mei coge a Touko por la nuca y la besa apasionadamente, por lo que Touko le responde moviendo frenéticamente la lengua. Las muchachas se besar durante varios minutos, con el consolador dentro de sus bocas y sus manos tocando el cuerpo de la otra. Mei no puede evitar masajear los glúteos de Touko, eso la calienta demasiado, al igual que Touko se enciende cada vez que masajea los senos de Mei. Sacan el consolador de sus bocas y Touko se acuesta boca arriba en la cama, Mei recorre su cuerpo con la mirada y se coloca encima de ella, le da un largo beso y mueve las caderas para frotar sus vaginas, Touko separa las piernas y Mei las acaricia mientras se mueve, a su vez, Touko juega con las tetas de Mei, las cuales se ven aún más grandes por estar boca abajo. Los resortes de la cama rechinan con los movimientos de las lujuriosas entrenadoras durante poco más de una hora, pero apenas se oyen por los fuertes gemidos que ambas emiten. Touko gime con más fuerza que Mei y, entregándose a la lujuria, le muerde las tetas dejándole pequeñas marcas. Las muchachas se ponen de costado, permitiendo que Mei meta uno por uno sus dedos en el ano de Touko y finalmente, toda su mano. Saca su mano, le da unas cuantas nalgadas y luego la vuelve a introducir. Los gritos despiertan a algunos vecinos, las mujeres está alteradas al ver cómo sus maridos se excitan oyendo a las muchachas gemir y eso sigue hasta pasada poco más de una hora, cuando Touko y Mei caen rendidas, manchadas con sus jugos y con los de la otra, sus rostros muestran lo agotadas que están, se miran fijamente, con una sonrisa de satisfacción. Touko le susurra algo a Mei, le da un beso en los labios y se queda dormida. Mei la mira por un rato, acaricia su cabello y su rostro, le devuelve el beso y también cae en un profundo sueño. 

Esa noche ambas sueñan con la otra, sabiendo que a la mañana siguiente serán lo primero que vean al despertar.