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En el mundo existen
dos reinos conocidos por todos, pero aún más conocidas son las princesas que
los dirigen. La princesa Peach y la princesa Zelda son amigas desde muy
pequeñas debido a que sus padres, los reyes, se reunían constantemente por
diversos tratados y alianzas. Al inicio las niñas no se llevaban bien, a Zelda
le parecía que Peach era una rubia tonta y ésta la veía a ella como una mocosa
mimada, pero con el pasar de los meses, fueron dejando atrás sus diferencias
para convertirse en casi hermanas.
Los años han
pasado, los reyes murieron y las niñas crecieron para convertirse en unas
hermosas mujeres, ambas son deseadas por muchos de los hombres de sus
respectivos reinos, pero ellas no tienen ni tiempo ni ganas de pensar en
pretendientes, prefieren pensar una en la otra cuando están lejos. Pero lo que
nadie sabe es que ellas no tienen una amistad normal, ellas no se ven con ojos
amicales, en sus ojos se puede ver el deseo por la otra. Todas las noches,
Peach se acaricia pensando en Zelda, mientras que Zelda realiza el mismo acto
pensando en Peach. Se toquetean los pechos, meten sus dedos en sus vaginas y
los mueven como si se tratasen de la lengua de la persona en la que están
pensando. Peach es un poco más pervertida que su “amiga” Zelda, ella se
masturba de manera un poco más agresiva, y en la cama, le gusta tomar el
control, manoseando y follando intensamente a su compañera de juegos.
El día viernes las
princesas se reúnen en el Reino Champiñón para tratar sobre una nueva ruta de
comercio, o al menos esa es la única intención conocida. Ellas eligieron ese
día para poder tener todo el fin de semana libre. Luego de atender todos los
asuntos relacionados a sus reinos, se dirigen a la habitación de Peach, ambas
muy ansiosas por estar a solas.
Ya estando en la
habitación, cierran la puerta con llave, cierran las ventanas y cortinas, se
miran fijamente, sus rostros se acercan, sus labios entran en contacto y se
besan apasionadamente. Sus manos no se quedan tranquilas, acarician el cuerpo
de la otra. Peach toquetea con más empeño, Zelda es un poco más reservada y sus
caricias son suaves. Las lenguas de las princesas se entrelazan, las manos de
Peach se posan sobre las nalgas de Zelda y las masajean con lujuria. Zelda
toquetea el culo de Peach con más delicadeza.
Las princesas se
separan por unos minutos para desnudarse, sin dejar de mirarse. Ambas tienen
las tetas bastante desarrolladas, una cintura delgada y prominentes caderas,
sus muslos son gruesos y bien formados, ambas tienen los pezones totalmente
erectos. Se acercan nuevamente, Peach agarra una de las tetas de Zelda y la
dirige a su boca, chupa el pezón con fuerza, lo succiona, hace que su amante
suelte tiernos gemidos. Zelda acaricia la cabeza de la otra princesa, la mira
con los ojos entrecerrados y la cara ligeramente roja, caminan hacia la enorme
cama y se sientan en el borde, vuelven a besarse apasionadamente, se acuestan
si despegar sus labios. Zelda se acuesta boca arriba y separa las piernas,
Peach coloca la cabeza entre ellas y usa su lengua para hacerla gozar, Zelda
arquea la espalda, su placer va aumentando. Peach va subiendo, besa su pelvis,
luego besa su abdomen, luego sus tetas, con ellas se demora más, las lame, les
da suaves mordidas, también usa sus manos para masajearlas. Pega su entrepierna
a la de Zelda, sus cuerpos se mueven rítmicamente, sus vaginas se empapan a los
pocos minutos y sus pezones se rozan mientras Peach besa y lame el cuello de su
amante. Zelda coloca un muslo entre los de su amiga, lo frota para calentarla y
lo logra casi al instante, Peach se corre al mismo tiempo que suelta un largo
gemido, se acuesta completamente sobre Zelda y mueve las caderas en círculos,
siente las manos de su amante en sus nalgas, siente cómo dichas manos separan
sus glúteos, siente cómo los dedos de una mano van entrando en su vagina y los
de la otra mano, en su ano.
Zelda dedea los
agujeros de Peach, haciéndola gemir obscenamente, ella chupa sus tetas, las
muerde hasta dejarle marcas, jala sus pezones con los dientes. Las princesas se
corren una y otra vez, sus gemidos resuenan en las paredes de la enorme
habitación, las sábanas están empapadas por sus jugos, sus cuerpos sudorosos se
mueven al compás de los jadeos.
Peach coloca su
entrepierna a la altura de la cara de Zelda y apoya todo su peso sobre ella,
Zelda utiliza los labios y la lengua para complacer su vagina, utiliza su mano
derecha para separarle las nalgas y los dedos de la mano izquierda para jugar
con su ano. Peach pone los ojos en blanco ante tanto placer, Zelda se corre
abundantemente.
Zelda le pide a su
amante que se acueste boca abajo y ésta obedece, Peach siente la lengua de su
amiga por sus nalgas, la siente pasar entre ellas y su calentura aumenta.
-Muérdeme las
nalgas-le dice-vamos, muérdelas.
Siente la dentadura
aferrarse a uno de sus glúteos, su vagina se empapa nuevamente.
Zelda obedece, su
lengua se mueve dentro de Peach, la hace gritar como loca, suelta abundantes
fluidos que manchan su pecho. Luego varios minutos, ambas se sientan en la cama
y se besan, su beso es largo y lujurioso. Terminada su muestra de afecto, se
acuestan y se quedan dormidas...desnudas, satisfechas y juntas.