Para más relatos, visiten mi blog: RELATOS HENTAI Y MÁS


El pueblo se encuentra rebosante de entrenadores, todo ellos se reúnen ahí cada año para enfrentarse a rivales de todas las regiones. Así muestran sus habilidades, intercambian información y forman nuevas amistades. Es una reunión en la que todo aquel que se considere un verdadero entrenador pokémon debe participar.

Entre todos esos aspirantes a ser el mejor se encuentra Mei, quien no lleva mucho tiempo viajando al lado de sus pokémon, apenas hace un par de meses recibió a su Tepig. La adolescente no cree estar a la altura de los demás entrenadores pero tiene la esperanza de encontrarse con algunos otros principiantes y así ir ganando habilidad poco a poco. La muchacha se pasea entre la multitud, todos tienen raros y enormes pokémon, algunos en sus últimas etapas, otros desconocidos para ella.

Uno de los entrenadores, ya todo un adulto, mira indeciso a todos lados, tiene la misma expresión que Mei y eso le da una idea. La entrenadora camina hacia él, dispuesta a retarlo, lo saluda amistosamente agitando la mano y sonriendo, siendo correspondida por aquel hombre.

-Pareces ser principiante como yo-le dice Mei.

-Sí, retomé un poco tarde mi viaje-le responde su nuevo amigo-Mi esposa no quería que lo haga, dice que ya no estoy en edad para ser entrenador pokémon, que debería concentrarme en mi familia. Pero es mi sueño y, aunque no soy muy bueno, me esforzaré.

“Parece tener menos experiencia que yo” piensa Mei, en su mente maquina un plan para sacar ventaja de la situación. La joven entrenadora lo reta a un duelo entre principiantes, el hombre lo piensa por varios minutos, no está muy convencido acerca de eso, pero termina aceptando ante las insistencias de la muchacha.

-¿Qué le parece si lo hacemos más interesante?-le pregunta Mei-agregarle una motivación, así daremos lo mejor de nosotros.

-¿Y cómo haremos eso?

-Podríamos hacer una apuesta-responde Mei-el que gane tendrá que hacer una cosa que el otro le pida, no vale retractarse.

-No lo sé-duda el hombre-sería mi primer batalla.

Los ojos de Mei brillan al oír eso, así que decide mentirle diciéndole que también sería la primera vez que participe en una contienda oficial, eso hace que el hombre termine aceptando la propuesta. Los dos entrenadores van en busca de un lugar dónde llevar a cabo el duelo, quieren un lugar en el que no haya nadie pero en un lugar tan concurrido es imposible, por eso caminar durante varios minutos, hasta que finalmente encuentran un pequeño y vacío parque. Cada uno se para a un extremo, listos para la batalla, Mei sonríe por el ingenio de su plan, el cual consiste en ganarle a su rival y gracias a la apuesta, le pedirá que le entregue a sus pokémon, él no podrá negarse.

Pasados unos minutos, Mei mira boquiabierta cómo su equipo cae derrotado, el hombre no es para nada un principiante, simplemente usó el mismo truco que ella, pero mejor. El hombre la mira con una altanera sonrisa, la entrenadora sigue sin poder creer lo que acaba de pasar.

-Parece que hicimos una apuesta-le dice el hombre mientras se acerca a ella-me pregunto qué te pediré.

-Muy bien-responde Mei, algo enojada-haré lo que me pidas…

El hombre la rodea sin quitarle los ojos de encima, tiene una sonrisa malvada y sus ojos la examinan como si se tratase de un animal analizando a su presa. Mei está un poco nerviosa, su rival lleva varios minutos mirándola y sin decirle nada. La adolescente empieza a perder la paciencia.

-Lo tengo, ya sé qué te pediré.

-¿Y qué podrá ser?-le pregunta Mei con un notorio tono de rencor por haberla engañado-¿Mis pokémon? ¿Mis pertenencias?

-Claro que no, tus pokémon son basura y tus objetos los puedo conseguir en cualquier tienda. Quiero algo más…personal.

El hombre le toca el culo y ella se sobresalta, su cara adquiere un ligero color rojo, el acto del sujeto le da una idea de lo que piensa pedirle y no está dispuesta a aceptarlo, se prepara para defenderse pero recuerda que sus pokémon están débiles. Su rival se para frente a ella, sonriéndole, tiene los ojos clavados en su pecho. Extiende la mano y agarra una de tus tetas.

-¡Vaya que son grandes!-le dice y ella aparta la mano de su pecho.

-¡Suéltame! ¡No pienso aceptar eso!-le reclama la entrenadora.

-¿Olvidas que la apuesta fue idea tuya?

-Sí, pero…

-¿Y olvidas que no vale retractarse?

Mei lo mira con odio, pero termina aceptando que él tiene razón, no le quita los ojos de encima mientras vuelve a acariciar su pecho. Con ambas manos, el hombre los agarra, los masajea y sacude, todo eso sin quitarle la ropa. Pone una mano sobre su cabeza y la empuja hacia abajo, haciendo un gesto con la cabeza le indica que debe ponerse de rodillas, ella se arrodilla de mala gana, su rostro está frente a la entrepierna, mira cómo se baja el cierre del pantalón y saca su miembro. El hombre sacude su pene en la cara de Mei, ella ladea un poco la cara, pero el entrenador la agarra de la barbilla para enderezar su rostro y colocar el pene entre sus labios. La joven abre los ojos al ver el miembro entrar poco a poco en su boca, el hombre se mantiene así por algunos segundos y luego empieza a mover las caderas. La adolescente chupa con desgano, tiene un sabor fuerte y desagradable, arruga la cara por el asco y espera que se corra pronto para acabar con la estúpida apuesta. El hombre está muy excitado, las mamadas de Mei son maravillosas, la toma de los moños y mueve sus cabeza de adelante hacia atrás con mucha fuerza, al ritmo de sus caderas. Folla su boca a gran velocidad, sus testículos golpean la garganta de la adolescente, quien se atraganta un poco, quiere correrse pero lucha para no hacerlo, tiene planeado algo más.

Pasados algunos minutos, el hombre saca el miembro de su boca y Mei intenta pararse pero le pone una mano sobre el hombro.

-Aún no hemos terminado-le dice mientras sonríe pervertidamente.

Rodea a la muchacha, hasta ponerse detrás de ella, acaricia su cuello y sus hombros, apoya la mano sobre su espalda y la empuja, haciendo que Mei casi caiga al suelo. El hombre contempla su hermoso culo, baja su short amarillo y  su apretado pantalón negro muestra sus pequeñas bragas, contempla un momento, luego baja lo demás, dejando al aire libre ese perfecto culo, las redondas nalgas esconden su pequeño ano y su vagina hace que el miembro del hombre vibre por la excitación. Mei tiene la cabeza gacha, no reacciona, no pelea, no dice nada. El hombre usa su glande para sobar la vagina de la adolescente, su pene se humedece por los fluidos vaginales, así que decide introducirlo poco a poco. La entrenadora suelta un pequeño gemido, pero sigue sin levantar la cabeza, el hombre la toma de las caderas y comienza a penetrarla, sus redondas nalgas se sacuden por la fuerza de las embestidas, ella empieza a jadear, eso excita al hombre y la penetra con todas sus fuerzas por un buen rato, hasta que finalmente se corre en su vagina.



-Ah…ah…fue una buena….batalla jeje-le dice el hombre mientras retira el miembro de su vagina.

-Un…un poco…un poco más-le pide Mei sin levantar la cabeza, su voz tiembla un poco, quizá por la vergüenza, quizá por la excitación. El entrenador sonríe, satisfecho por hacerla pedir más, le agarra las nalgas con fuerza y comienza con el segundo round. Mei jadea más fuerte que antes, pronto esos jadeos se convierten en gemidos.

-¿Te gusta?-le pregunta el hombre-¿Quieres más?

Mei asiente con la cabeza, sin levantarla. El sujeto la penetra usando toda la fuerza que le queda, su cuerpo golpea las nalgas de la adolescente, quien eleva el tono de sus gemidos y, por unos segundos, alza la cabeza para pegar un gran grito, en ese corto lapso de tiempo con la cabeza arriba se puede ver dibujada en su rostro una pervertida sonrisa y una mirada perdida, luego vuelve a agachar la cabeza sin dejar de gemir con fuerza. El hombre siente que va a correrse nuevamente, así que se esfuerza por complacer a la excitada muchacha y, luego de poco más de 15 minutos, ambos se corren al mismo tiempo. La corrida del hombre inunda el interior de Mei, mezclándose con los jugos de la muchacha, sus cuerpos tiemblan y sus caderas se mueven involuntariamente, aprovechando que sus genitales aún están sumamente sensibles.

El hombre saca su pene y el semen sale a presión de la vagina de la adolescente, quien no se pone de pie ni pronuncia palabra alguna, solo se puede ver su cuerpo moviéndose ligeramente por la respiración acelerada. Viendo que la entrenadora no planea hacer nada más que quedarse ahí, el hombre se guarda el miembro en el pantalón.

-La batalla fue muy aburrida, pero el premio valió la pena-le dice mientras da media vuelta y se retira-¡Espero que algún día luchemos otra vez!-le grita a lo lejos. Y así, el hombre desaparece y Mei se queda tirada en el suelo. Quizá no pudo ganar esa batalla, pero sí que gano un buen momento de placer.