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No es fácil ser la princesa del Reino Champiñón, debo trabajar arduamente atendiendo las necesidades de mi pueblo, resolviendo asuntos diplomáticos y lidiando con Mario. Eso último es lo más molesto, Mario se ha convertido en una molestia con el pasar de los años, fue mágico que me rescate de Bowser las primeras veces, pero más adelante les contaré por qué no quiero ser rescatada.

Todo ocurrió una mañana de abril, Bowser invadió el reino, pasó por encima de la seguridad del castillo y se fue conmigo cargada al hombro. Tenía una actitud diferente, más siniestra, como si tuviera otra razón para secuestrarme, pero en ese momento no sabía cuál era su verdadero plan.




Yo gritaba pidiendo auxilio, le exigía que me deje ir, pero él no respondía, no me pedía que me calle, nada. Me puso inquieta su actitud diferente a la de otros días, sentí un nuevo miedo, no el típico miedo por ser raptada, sino miedo por su silencio, porque no sé en qué está pensando. En fin, es difícil de explicar.

Bowser no me lleva a su guarida, en cambio, se desvía de la ruta y se adentra en el bosque, las ramas de los árboles me golpean conforme vamos avanzando, pero a él no parece importarle. Finalmente llegamos a una cueva escondida entre unos troncos semi caídos, Bowser entra y me deja caer en el frío y duro suelo de roca. Estoy muy confundida, no sé por qué motivo estamos en este lugar, intento ponerme de pie, pero Bowser me sorprende agarrándome de la cintura. Antes de que pueda reaccionar, usa sus garras para destrozar mi ropa, me encuentro completamente desnuda y muy asustada.

El malvado ser me suelta, quiero correr pero las piernas no me responden, caigo de rodillas, odiando mi cuerpo por no querer reaccionar, creo que empiezo a entender cuáles son sus intenciones. Bowser me mira fijamente y yo bajo la mirada, sus ojos me intimidan, pero me arrepiento de haberlo hecho. Al bajar la cabeza, me quedo boquiabierta, su pene está colgando, es bastante grande, sé qué es lo que quiere y no creo poder aguantarlo.
Una de sus enormes patas me sujeta de la cabeza, intento zafarme pero no puedo hacer nada contra su fuerza, me obliga a acercarme a su erecto miembro y pone mi cara en contacto con él. No puedo creer lo que está pasando, pero debo admitir que quedé admirada por su tamaño, muy superior al de Mario. Creo que solo necesita un desfogue, pero no creo estar físicamente preparada para ayudarlo, aunque pensándolo bien, es capaz de lastimarme si no obedezco.

Bowser no ha pedido que haga nada, no ha soltado ni un solo gruñido, pero sé lo que quiere y, para evitar que me lastime, tomo su enorme pene con ambas manos. ¡Vaya que es grande! Lo lamo con cuidado, su glande es bastante áspero pero ligeramente esponjoso. Paso mi lengua desde la punta hasta la base, me detengo por unos segundos para contemplar sus enormes testículos y vuelvo a retomar las lamidas. Intento meter su glande en mi boca, debo admitir que empiezo a calentarme, logro meter la enorme cabeza pero ya no tengo espacio para nadie más, intento mover la lengua para masajearlo, es bastante salado, aunque su sabor no me desagrada del todo.

No puedo dejar de mirar sus testículos, son tan grandes, estiro el brazo y acaricio uno de ellos, lo tanteo y me doy cuenta de que es bastante pesado. “Están totalmente llenos” pienso. Con la otra mano acaricio el gran tronco, lo masajeo con fuerza, no puedo evitar darle algunas mordidas al glande, me estoy excitando bastante, en parte me siento asqueada, siento que estoy traicionando al Reino Champiñón, se la estoy mamando al enemigo del reino. Pero no puedo detenerme, no solo el tamaño, su sabor, la situación, todo eso junto alborota mis hormonas. Sé que es el enemigo, sé que estoy mamando el pene de algo que no es humano, pero…simplemente no puedo detenerme.



Sin previo aviso, Bowser suelta una gran corrida que me toma por sorpresa, mis mejillas se inflan, pero mi boca no tiene la capacidad para almacenar tanto esperma, intento tragarlo pero la cantidad es tal que se desborda, me mancha el rostro, me cae en las tetas y en los muslos, tiene un olor fuerte, su olor me vuelve loca. Apoyo mi mano en su glande, pensando en la situación, ya llegamos a este punto, no habría problema si continuamos…

Acaricio el miembro de Bowser nuevamente, le sonrío pícaramente para estimularlo. Mi vagina está tan húmeda, quiero que me penetre. ¡Dios! ¡Me va a penetrar con todo eso! Me acerco a él, mis tetas están en contacto con su gruesa piel, separo un poco las piernas sin dejar de mirarlo y acomodo su miembro entre ellas, le guiño el ojo y me siento lentamente. El glande de Bowser ensancha la entrada de mi vagina, me duele un poco pero quiero seguir, voy bajando más y más, hasta que la mitad de su pene está dentro de mí. Es una sensación maravillosa.
Ya estando su pene dentro de mí, muevo las caderas en círculos, su pene me lastima, pero vale la pena aguantar el dolor. Bowser me agarra de la cintura, empieza a sacudirme un poco y yo le ayudo moviéndome a su ritmo, mi vagina se va acostumbrando poco a poco a las dimensiones de su miembro, comienzo a jadear, mis tetas siguen apoyadas en su pecho pero, con forme aumentamos el ritmo, rebotan chocando contra él. ¿Les mencioné que tengo las tetas bastante grandes?

Mis jadeos se convierten en gemidos, me voy moviendo más rápido, el calor que recorre mi cuerpo me motiva a no detenerme. Bowser me clava las garras en las nalgas, aumentando mi placer. Nunca me había sentido así, Mario jamás podría satisfacerme de esa manera.

Mis gemidos se convierten en gritos cuando Bowser me penetra con todas sus fuerzas, siento que voy a morir de tanto placer, mis gritos resuenan en la cueva y son tan fuertes que no me sorprendería que se oigan desde el reino. Mi vientre se hincha cada vez que el pene ingresa y se relaja cuando lo retira antes de volverlo a meter. No sólo mis tetas, mis nalgas también se sacuden al ritmo del mete-saca, Bowser suelta algunos gruñidos, parece que está disfrutando mi cuerpo. Mi cuerpo se sacude con cada vez más fuerza, a mi amante de turno no le importa si me lastima o no, solo me está usando para saciar sus necesidades sexuales, eso me debería hacer sentir un poco ofendida pero por alguna razón me estimula ser usada por él, quizá por el hecho de que no es humano, quizá por el hecho de que es el enemigo, quizá porque ningún hombre tiene ese tamaño, quizá porque nadie podría hacerme gozar como lo estoy haciendo en estos momentos.

Las embestidas de Bowser se hacen más rápidas, creo saber lo que eso significa. Bajo una mano y le aprieto uno de los testículos con fuerza, intento estimularlo para que la corrida sea más abundante. La descarga es más abundante de lo que esperaba, mi vientre se hincha por completo y el semen intenta escapar a presión por los bordes de mi vagina.

Nunca había disfrutado tanto del sexo, y lo mejor de todo es que aún no termina, Bowser me acuesta boca abajo y se coloca sobre mí apoyándose en el suelo, introduce su pene en mi ano, casi desgarrándomelo. Mientras el enemigo del Reino Champión empieza a penetrar mi culo con violencia, sólo puedo pensar entre gritos de dolor y placer: ¡Por favor! ¡No me rescaten!